









Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.
Francisco Cajiao
Por qué leer y escribir
El Blog de Lengua y Literatura de 5to. año Ciencias Naturales funciona desde octubre de 2009 y se propone como un espacio didáctico subsidiario de la actividad realizada en el aula, que desde sus diversas utilidades contribuye a optimizar, complementar y diversificar las tareas vinculadas con el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Sus objetivos específicos son:
· Poner a disposición de los alumnos el material didáctico de la materia, a través de un medio práctico, novedoso y económico.
· Servir como herramienta alternativa para el desarrollo de actividades que contribuyan a afianzar y profundizar la formación de los alumnos y a estimular tareas de investigación en los temas de la materia.
· Posibilitar el acceso a material gráfico y audiovisual vinculado con los temas del programa de estudios, así como también a otros blogs o páginas web relacionados.
· Posibilitar el establecimiento de un vínculo entre los alumnos, y entre ellos y el docente, que, por fuera del ámbito escolar, les permita exponer e intercambiar sus aportes personales al estudio de la materia, sus opiniones e impresiones, y asimismo tener acceso a información útil acerca del desarrollo del programa de estudios.
Prof. Natalia Biancotto
Del relato del regreso de Fierro a la civilización:
I
II
III
VI: A partir de estrofa 16 hasta el final.
IX: Estrofas 1 a 4 / Desde 36 hasta el final.
X: Estrofas 1 a 3 / 16 / Desde 26 hasta el final.
XI
Del relato del Hijo Segundo:
XIV
XV
Del relato de Picardía:
XX
XXVI
Episodio de la payada con el moreno:
XXIX
XXX: Estrofas 1 a 33 / Desde 58 (MARTÍN FIERRO: “Moreno, vuelvo a decirte…”, v. 4259) hasta el final.
Separación y consejos finales:
XXXI
XXXII
XXXIII
Lengua y Literatura III – 5to. año Ciencias Naturales
FICHA DE CÁTEDRA N° 2: Martín Fierro, de José Hernández.
Ejes de lectura para: El gaucho Martín Fierro (1872) – La vuelta de Martín Fierro (1879)
Introducción
Durante el período que se abre entre las guerras por la independencia nacional (a principios del 1800) y el establecimiento definitivo del Estado (en 1880), se discute cuál debe ser el lugar y la función del gaucho en la sociedad argentina. Como ya se adelantó en la Ficha de Cátedra 1, el género gauchesco se hace cargo de esta discusión, desde la literatura, y propone, en su misma lengua, “usos” posibles para el gaucho. Los poemas gauchescos –y entre ellos, el Martín Fierro- definen para qué sirve el gaucho, qué lugar debe ocupar, cómo se debe usar su cuerpo, qué leyes lo deben regir y a quién debe subordinarse. El género gauchesco, entonces, usa la voz del gaucho para definir la palabra “gaucho”. Pero no hay una sola definición de “gaucho”: en La ida, hay dos maneras opuestas de ver al gaucho, dos interpretaciones diferentes acerca del lugar y la función que éste debe cumplir. Dos definiciones que entran en lucha. El género gauchesco es una guerra de definiciones: la guerra por la definición de la palabra “gaucho”.
La ida
La ida es “el texto del gaucho que lo ha perdido todo, escrita cuando Sarmiento era […] presidente” (Ludmer 2000: 27). El gaucho que cuenta (canta) su historia, que es también la de todos los gauchos, se lamenta en su canto por haber sido acusado de un delito que no cometió o que, según su código, no es delito. El castigo que recae sobre él lo lleva a perderlo todo – su familia, sus bienes, su casa- y sólo le queda el canto como consuelo. A partir de ahí, decide convertirse en matrero, jura ser “más malo que una fiera” (v. 1014), y en esta actitud, comete dos asesinatos: mata al moreno y al “terne”, un gaucho acomodado. Luego, se enfrenta con los representantes de la ley que lo condena, los vence, y en ese episodio encuentra un aliado, el sargento Cruz, cuya historia de gaucho perseguido es simétrica a la de Fierro. Establecen entonces una alianza horizontal, o alianza entre pares, y deciden marchar al exilio entre los indios, hasta donde “no alcanza la facultá del gobierno” (v. 2198-2190), y donde, según creen, podrán vivir mejor, porque “Allí no hay que trabajar / vive uno como un señor” y lo pasa “echao panza arriba” (vv. 2245-2250).
La ida es el último texto del género gauchesco anterior a la constitución del Estado Nacional, en 1880.
Los usos del gaucho
La ida cuenta el rechazo del gaucho por la ley letrada. En este sentido, el poema está atravesado por una tensión entre oralidad y escritura: en la voz del gaucho se dice que el código oral del gaucho rechaza a la ley escrita.
Hay una oposición entre estas dos culturas y sus códigos: por un lado, el código oral del gaucho, y por otro, el código escrito del Estado. Cada uno de estos códigos o leyes define al gaucho a su manera:
Estas dos definiciones posibles de la palabra “gaucho” marcan los dos tonos del canto:
Así, las palabras en La ida tienen doble faz: dos sentidos posibles que se oponen y se enfrentan como en guerra. La ida es, entonces, una guerra de palabras. Una lucha por el doble sentido.
Además de la palabra “gaucho”, otra palabra cuyo sentido está en pugna es “delito”. Obsérvese la diferencia de sentidos con que se emplea la palabra en estas dos estrofas:
Siempre pobre y perseguido; 1320
no tiene cueva ni nido,
como si juera maldito;
porque el ser gaucho... ¡barajo!,
el ser gaucho es un delito.
lo tocó un santo bendito
a un gaucho, que pegó el grito.
Y dijo: «Cruz no consiente
que se cometa el delito 1625
de matar ansí un valiente.»
En (1), la palabra “delito” hace referencia al modo en que la ley escrita considera al gaucho: si no tiene papeleta de conchabo, es considerado vago, bandido y delincuente.
En cambio, en (2), la palabra “delito” adquiere el sentido que le da la ley oral: para los gauchos, matar a un gaucho valiente es un delito. Según la ley del gaucho, ser valiente es la mayor virtud. Por otro lado, la cobardía es para el gaucho la máxima deshonra. La ley del gaucho es la ley del valor.
El episodio al que corresponde la cita (2), el encuentro con la partida, representa la prueba máxima de valor: uno contra todos. Esta pelea es una lucha entre leyes y delitos: los del gaucho, por un lado; y los del juez y sus representantes de la partida, por el otro. Es la ley del gaucho contra la ley del Estado, lo que es delito para una ley, no lo es para la otra. Cruz reconoce en Fierro a un “valiente” (poseedor de la virtud máxima del código oral) y deserta del ejército para unirse a él. Entonces, los dos gauchos que han matado a los protegidos del ejército y que han perdido a sus mujeres, se encuentran y hacen alianza, porque son los dos “astillas del mesmo palo” (v. 2144).
Los Otros del gaucho.
La categoría antropológica de otro cultural (u Otro, con mayúsculas) hace referencia a todo sujeto perteneciente a una cultura distinta de aquel que se nombra como “yo”. La relación yo-otro siempre es conflictiva, dado que el “yo” considera que su cultura es superior a las culturas Otras y, en consecuencia, puede llegar a desarrollar sentimientos de odio, rechazo, repugnancia y hostilidad hacia el Otro. Esto es precisamente lo que ocurre en la historia de Martín Fierro: el gaucho describe a los que son diferentes a él con características negativas, se burla de ellos y, en muchos casos, los mata.
Los Otros del gaucho son: los indios, los inmigrantes, las mujeres, los negros, y los gauchos acomodados con el juez. En el código oral, lo diferente es considerado negativo; de allí surge la xenofobia, el sexismo y el racismo. La ida instaura un nacionalismo racista, sexista y xenófobo.
El negro y su mujer
Fierro define al negro negativamente y, en la coplita burlona que le canta, lo liga al color del diablo, signo de máxima negatividad. Frente al moreno y su mujer, el matrero asume sus valores de libertad y virilidad. Y dirige a sus diferentes la misma degradación y despojo que él mismo ha recibido de parte del Poder, que lo condena por ser diferente.
En el canto VII de La ida aparece Fierro como gaucho matrero, cometiendo su primer crimen: desafía y mata a su otro, al negro. Este canto abre un arco que se cierra recién en el canto XXX de La vuelta, donde el hermano del negro asesinado quiere vengarse y desafía a Fierro a cantar. Borges, en su cuento “El fin”, termina de cerrar el círculo, cuando la venganza se concreta.
El inmigrante
En relación con el trato despectivo de Fierro hacia el extranjero, Ludmer comenta el momento en que se burla del inglés y transforma el nombre de su país en “Inca-la-perra”:
En La ida aparece en la voz del gaucho una “traducción” de nombres de otros países al sexo femenino. […] La voz escrita del gaucho lo define a sí mismo como “hombre” frente al extranjero “mujer” y, además, “perra” […]. Y después, enseguida, lo repite cuando describe a los gringos enganchados: “Y lo pasan sus mercedes / lengüetiando pico a pico / hasta que viene un milico/ a servirles el asao… / Y eso sí, en lo delicaos / parecen hijos de rico” (vv. 901-906). Está todo dado vuelta, y con varias vueltas: los milicos sirven a los gringos y además, se paga a los que son servidos. Entonces: “¡Qué diablos! sólo son güenos / pa vivir entre maricas” (vv.915-916).
[…] Para definir al gaucho como hombre argentino hay que cambiar el sexo, el género, del extranjero. Los gringos enganchados son mujeres y llevan esa inscripción en los nombres de sus patrias, que son partes diferenciales del sexo femenino.
[…] En La vuelta, donde las voces proliferan en los hijos, se puede leer lo que se ha oído tanto:
Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera;
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera (vv. 4691-4696).
Este es el punto extremo […] en la definición del gaucho como hombre argentino, y es uno de los consejos de Martín Fierro a sus hijos. (Ludmer 2000: 47-49).
El indio
Según el gaucho, los indios hablan una lengua salvaje, que es definida como “lengüeteo”, “alaridos” y “rugidos” animales. En la descripción que hace Fierro de ellos, se dice que tienen nombres de animales y que roban animales.
El que envenenen sus armas
les mandan sus hechiceras; 590
y como ni a Dios veneran,
nada a los pampas contiene.
Hasta los nombres que tienen
son de animales y fieras.
La principal característica negativa que Martín Fierro le atribuye a los indios es que son infieles, es decir, no cristianos, y además, maldicen a Cristo.
Es para él como juguete
escupir un crucifijo.
Pienso que Dios los maldijo 735
y ansina el ñudo desato.
El indio, el cerdo y el gato
redaman sangre del hijo.
Además, son definidos como ladrones -“Su pretensión es robar / … / Viene a tierra de cristianos / como furia del infierno” (vv. 625-628)- , haraganes – “lo pasa por ay tendido / volviendo a su haraganiar” (vv. 651-652)-, y como sanguinarios, crueles, inclementes y salvajes: “ Que aquel salvaje tan cruel / azotándola seguía; / más y más se enfurecía / cuanto más la castigaba.” (vv. 1094-1097); “-«Ese bárbaro inhumano- / -sollozando me lo dijo / me amarró luego las manos / con las tripitas de mi hijo.»” (vv. 1113- 1116).
La vuelta
Publicada en 1879, siete años después de la primera parte, La vuelta de Martín Fierro es la obra de un Hernández más moderado en sus denuncias políticas, que construye un Martín Fierro igualmente sosegado, opuesto al personaje rebelde y desafiante que era en La ida. Las condiciones políticas del país habían cambiado: para entonces, estaba consolidada la organización del Estado Nacional, el presidente era Avellaneda (y ya no Sarmiento, el enemigo político del autor) y Hernández era Senador. Como funcionario del Estado, escribe una obra en la que el gaucho enseña a los otros gauchos que deben integrarse al Estado Nacional y cómo deben hacerlo.
La vuelta representa la constitución del Estado Nacional. Es el texto de la alianza del gaucho con la ley del Estado: habla de que el gaucho debe respetar la ley del Estado, y a cambio, el Estado tiene la obligación de protegerlo, darle “casa, / escuela, iglesia y derechos” (vv. 4827-4828).
En el prólogo que escribe a La vuelta, Hernández dice que su obra está destinada a inculcar la ley y la moral para hacer del gaucho un trabajador moderno. Escrita en la voz de los gauchos argentinos, les enseña a los gauchos que deben someterse a las leyes del Estado y para ello, deben trabajar y no robar ni matar.
La vuelta de Martín Fierro es el gran texto didáctico de la literatura argentina: espacio de saberes y maestros diversos, y de instrucciones y consejos.
Como ya se vio, el género gauchesco define la palabra “gaucho” usando la propia voz del gaucho. La vuelta, último poema del género gauchesco, define al gaucho como trabajador.
El gaucho “viejo”
El Martín Fierro que vuelve de los indios no es el mismo que el que se fue. Vuelve como hombre sosegado, prudente, tranquilo, y ya no es matrero como cuando se fue. Desde el primer canto, se presenta como “viejo” (v. 161), es decir, como una persona que ha vivido, que ha hecho experiencia y ha ganado sabiduría. El gaucho de La vuelta es sabio, manso, y dice que quiere trabajar:
He visto rodar la bola
y no se quiere parar;
al fin de tanto rodar 135
me he decidido a venir
a ver si puedo vivir
y me dejan trabajar.
Martín Fierro vuelve –Hernández lo hace volver- para enseñarle a los gauchos que deben trabajar y deben abandonar su código oral y su antigua forma de vida (el no trabajar, el robar, el beber, el matar en duelos si se es ofendido, etc.)
La payada con el moreno
Este episodio del canto XXX de La vuelta enlaza con el canto VII de La ida, como ya se adelantó. En los dos casos se trata de un duelo entre Fierro y un negro, pero aquí el duelo es verbal. Se ha dejado de lado el duelo a cuchillo, que era costumbre de los gauchos, y la disputa se resuelve de manera civilizada. El gaucho, ahora manso y sabio, respeta la ley escrita, se somete a las reglas del estado dejando de lado las suyas, y entonces, rechaza la violencia.
Fierro gana la payada porque sabe las tareas del campo, y sabe enseñarlas. Es el maestro, viejo y sabio, que sabe por experiencia y enseña su saber a sus hijos, a través de los consejos que les deja, que van también dirigidos a todos los gauchos.
Los consejos de Fierro versus los consejos de Vizcacha
Fierro transmite su saber a sus hijos y a todos los gauchos en una serie de consejos que les lega en el penúltimo canto de La vuelta. Estos consejos inculcan la Ley Estatal: trabajar, no robar, no matar, no beber, respetar la ley, no enfrentarse con la autoridad, ser prudente y moderado. En los consejos de Fierro, los deberes del ciudadano son traducidos a la lengua del gaucho.
La ley principal es trabajar, como les dice Fierro a sus hijos y a Picardía (el hijo de Cruz):
El trabajar es la ley
porque es preciso alquirir. 4650
No se espongan a sufrir
una triste situación:
sangra mucho el corazón
del que tiene que pedir.
Debe trabajar el hombre 4655
para ganarse su pan;
pues la miseria, en su afán
de perseguir de mil modos,
llama en la puerta de todos
y entra en la del haragán. 4660
Los gauchos deben, entonces, resignar y olvidar su antiguo código oral, y subordinarse a lo que mandan las autoridades. La autoridad máxima es Dios; por debajo de Él está el Estado, con sus representantes, sus leyes y su sistema de justicia; y por último, la familia y los mayores.
Los padres son los poseedores de la sabiduría y son los maestros que enseñan lo que el gaucho tiene que aprender a respetar. El Padre con mayúsculas es Dios, y es el maestro principal: “En las sagradas alturas / está el maestro principal / que enseña a cada animal / a procurarse el sustento / y le brinda el alimento / a todo ser racional” (vv. 463-468).
El otro padre que enseña es Martín Fierro –que en La vuelta se convierte en padre y maestro de todos los gauchos- y sus enseñanzas están contenidas en los consejos del canto XXXII.
Los consejos de Fierro se oponen a los del otro viejo, Vizcacha, que era el tutor del Hijo Segundo de Martín Fierro. Antes de morir, Vizcacha le deja al Hijo Segundo una serie de consejos viles, que son la antítesis de los que después le dará su padre. Este viejo, que “era un antiguo / de los que ya quedan pocos” (vv. 2167-2168), tiene nombre de animal (como los indios) y roba animales. Representa lo prehumano, lo anterior a la razón del hombre. Sus enseñanzas contienen un saber que imita al de los animales: un saber instintivo, sin razón, propio del mundo animal. Cada consejo se inspira allí y dice: hacé como hace este animal. Por ejemplo, dice:
«No andés cambiando de cueva,
hacé las que hace el ratón:
conserváte en el rincón
en que empesó tu esistencia: 2340
[…]
Lo que es yo, nunca me aflijo
y a todito me hago el sordo:
el cerdo vive tan gordo
y se come hasta los hijos.» 2360
[…]
«El que gana su comida
bueno es que en silencio coma.
Ansina vos ni por broma
querrás llamar la atención: 2370
nunca escapa el cimarrón
si dispara por la loma.»
Además, es hereje: maldice a Dios, que es a quien más se debe respetar, según las enseñanzas de La vuelta. “él maldecía al Padre Eterno / como a los santos benditos, / pidiéndole al diablo a gritos / que lo llevara al infierno” (vv. 2489-2492). Por lo tanto, es un personaje definido negativamente, y sus consejos contienen saberes ilegítimos, que el gaucho debe repudiar.
La función de los consejos de Vizcacha en el poema es demostrar que éstos son malos consejos y deben ser ignorados, por oposición a los de Fierro, el padre sabio, que son buenos consejos y deben ser respetados.
El fin del género gauchesco
La vuelta de Martín Fierro es la obra que clausura el género gauchesco, ya que después de ésta no volverá a aparecer en la literatura la voz del gaucho cantando en primera persona los avatares de su vida.
Una de las hipótesis que buscan explicar este cierre del género propone que para la época en que se publicó La vuelta, el gaucho estaba prácticamente extinguido y ya no constituía un “problema”.
Otra de las lecturas que pueden hacerse es considerar que, en el último canto de La vuelta, el narrador afirma que la historia de Martín Fierro es un “libro”:
Y en lo que esplica mi lengua
todos deben tener fe.
Ansí, pues, entiéndanmé: 4855
con codicias no me mancho:
no se ha de llover el rancho
en donde este libro esté.
Con esta declaración, se rompe la ilusión de estar escuchando la voz de un gaucho, ilusión que era el fundamento mismo del género gauchesco. Desde el momento en que se declara que “esto es un libro”, ya no es posible seguir fingiendo, haciendo “como si” hablara un gaucho, con lo cual el género dice su última palabra.
Después del fin
Una vez concluido el ciclo de la gauchesca, comienzan los reciclados y las reescrituras. Entre otras:
· Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, a comienzos del siglo XX, se ocupan de postular el Martín Fierro como Poema Nacional y Libro Nacional.
· Jorge Luis Borges escribe, por un lado, textos críticos ineludibles, y por otro, cuentos como “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” (1949), en donde imagina un antes del poema de Hernández, y “El fin” (1944), en donde imagina un después.
· Molina Campos hace humor pictórico con tema gauchesco.
· Roberto Fontanarrosa crea una gran producción historietística en torno a su gaucho Inodoro Pereyra.
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Bibliografía:
· Hernández, José. Martín Fierro. Edición crítica de Élida Lois y Ángel Núñez, Archivos, París, 2001.
· Jitrik, Noé. “El tema del canto en el Martín Fierro”. El fuego de la especie. Ed. Siglo XXI, Bs. As., 1971.
· Ludmer, Josefina. El género gauchesco. Un tratado sobre la patria. Perfil Libros, Bs. As., 2000.
· Schvartzman, Julio. “El gaucho letrado”. Microcrítica. Biblos, 1996.